La Biblia es una fuente inagotable de sabiduría y enseñanzas para los creyentes. En ella se encuentran numerosas palabras que nos permiten comprender el plan de Dios para nuestras vidas. Una de esas palabras clave es “repudiar”. En este artículo, exploraremos el significado de “repudiar” según la Biblia, basándonos en referencias bíblicas y analizando su contexto. Descubriremos qué nos enseña la Palabra de Dios sobre este tema.
Definición de “repudiar”
En la Biblia, el término “repudiar” se utiliza para describir el acto de rechazar o abandonar algo o a alguien. Principalmente, se emplea en el contexto de los matrimonios y las relaciones conyugales.
En el Antiguo Testamento, encontramos referencias específicas sobre el repudio en el libro de Deuteronomio 24:1-4, que dice lo siguiente:
“Cuando alguno toma mujer y se casa con ella, si luego no le agrada por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, se la entregará en su mano y la despedirá de su casa. Puesto que después que ella ha salido de su casa podrá ir y casarse con otro hombre, si este la aborrece y le escribe carta de divorcio, se la entrega en su mano y la despide de su casa, o si muere el segundo marido que la tomó por esposa, su primer marido que la despidió no podrá volver a tomarla por mujer, después que ha sido contaminada, porque es abominación delante de Jehová” (Deuteronomio 24:1-4, RVR1960).
El repudio en el contexto bíblico
Aunque en el Antiguo Testamento se menciona la posibilidad de repudiar a una esposa, es importante tener en cuenta que Jesús hizo una aclaración sobre este tema en el Nuevo Testamento. En el evangelio de Mateo, Jesús dice: “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32, RVR1960).
Jesús establece una excepción para el repudio, limitándola únicamente a la infidelidad conyugal. Esto implica que el divorcio no debe ser tomado a la ligera, sino que debe ser considerado como una medida extrema cuando la fidelidad matrimonial ha sido violada.
La importancia del compromiso y la reconciliación
La Biblia nos enseña la importancia del compromiso y la reconciliación en las relaciones matrimoniales. En el libro de Malaquías 2:16, leemos: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (Malaquías 2:16, RVR1960). Esto nos muestra que Dios valora el pacto matrimonial y desaprueba el divorcio sin causa justa.
Además, en el contexto del matrimonio, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes en 1 Corintios 7:10-11, diciendo: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer” (1 Corintios 7:10-11, RVR1960). Aquí, se enfatiza la importancia de mantener el compromiso matrimonial y buscar la reconciliación en lugar de optar por el repudio o el divorcio.
Aplicación en la vida cristiana
Aunque el tema del repudio tiene un enfoque principal en las relaciones conyugales, podemos aplicar principios más amplios en nuestra vida cristiana. En términos generales, la Biblia nos enseña a amar y perdonar, a buscar la reconciliación y a mantener nuestros compromisos.
En Mateo 18:21-22, Jesús nos instruye sobre el perdón: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21-22, RVR1960). Esta enseñanza nos muestra la importancia de perdonar y reconciliarnos con aquellos que nos han ofendido, en lugar de repudiarlos o mantener resentimientos.
El significado de “repudiar” según la Biblia
El significado de “repudiar” según la Biblia se centra principalmente en el contexto de las relaciones conyugales, pero también tiene aplicaciones más amplias en nuestra vida cristiana. La Palabra de Dios nos exhorta a valorar nuestros compromisos, a buscar la reconciliación y a practicar el perdón. En última instancia, como seguidores de Cristo, debemos esforzarnos por vivir en armonía, amor y perdón, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor.
